Martes, 21 de Septiembre de 2010 00:22
El triunfo conseguido ante la Comisión de Actividades Infantiles debe ser tomado como un plafón anímico importante de cara a la tan ansiada recuperación futbolística del equipo, que estuvo muy lejos de consolidarse en un cotejo donde lo único rescatable fue el resultado final que por segunda vez en el torneo se condijo con los intereses del conjunto de Merlo.
No obstante, más allá de la victoria, la tarea colectiva nuevamente arrojó muchas dudas ya que Rosario Central en ningún momento se mostró como un equipo con ideas y pretensiones serias y hasta el gol conseguido por Luciano Figueroa prácticamente no había hilvanado ocasiones de riesgo para la valla de Burtovoy.
La primera etapa fue una de las más flojas del equipo a lo largo del torneo ya que se mostró impreciso, carente de volumen y sin la más mínima generación de juego, algo que exasperó a los hinchas que nuevamente colmaron el Gigante y prestaron su apoyo a pesar de la adversidad.
En medio de la confusión, la dinámica de Omar Zarif y la habilidad de Antonio Medina fueron las únicas armas potables que el equipo de Merlo ofrecía ante una CAI absolutamente limitada, que se dedicó a cuidar con uñas y dientes el empate y no mostró repertorio alguno para lastimar a Central.
A los doce minutos del complemento, cuando Rosario Central comenzaba a inquietar a su adversario, apareció la jugada colectiva mejor concebida del partido, que nació en los pies de Omar Zarif, que cedió para Paglialunga, cuyo centro encontró la efectiva arremetida de Lucho Figueroa quien vulneró a Burtovoy para decretar el 1-0 parcial.
Potenciado anímica y futbolísticamente por la ventaja, Central creció de manera paulatina en el rendimiento y comenzó a explotar las grietas que aparecían en la defensa visitante, por lo que dispuso de varias chances como para ampliar la ventaja transitoria.
En este rubro, el chaqueño Medina se hizo abanderado de cada contragolpe y fue el generador de las dos acciones más propicias, que finalizaron con un remate suyo en que dio en el palo y con un insólito resbalón del ingresado Jonatan Gómez cuando poseía todo el arco a su merced.
El silbatazo final sirvió como desahogo para el público canalla, que por primera vez cantó victoria en el Gigante y se ilusiona con la resurrección futbolística que desde hace tiempo reclamamos. Más allá de que la evolución del equipo no es acorde a las expectativas creadas, por lo menos los tres puntos quedaron en casa y esta noche tenemos un pequeño motivo más para celebrar.
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