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Por Sebastián Huertasel 15 de Octubre 2010 12:31 AM |
Luego de la clasificación del Deportes Tolima a los cuartos de final de la presente edición de la Copa Sudamericana, dándole la vuelta a una serie que venía mucho más que complicada (no era cualquiera el rival: Banfield es el equipo Nº 17 en el mundo), y teniendo en cuenta lo difícil que cada vez más es voltear este tipo de resultados en series de ida y vuelta, es inevitable evocar algunas de esas remontadas que pasaron a la historia, o que resultan inolvidables y generan erizamiento en uno u otro sector del afecto futbolístico.
Me encantaría comenzar con el capítulo que escribió Atlético Nacional en 1989, cuando ganó la primera Copa Libertadores para Colombia pasándole de largo a un durísimo Olimpia de Paraguay con el que había caido 2-0 en la ida; pero la gran variedad de elementos extraños que intervinieron, todo ese entorno oscuro que se tejió alrededor de aquel título, y demás componentes de zozobra e intimidación ajenos a la pelota (y de los cuales no vale la pena hablar) le resta cierta mística a la "hazaña".
Despacio. No es nada en contra del "Rey De Copas". De hecho la primera remontada en la que recuerdo altas dosis de testosterona por parte de sus protagonistas tuvo como estelar al solitario verde que, defendiendo su título de 1989, fue el único representante colombiano en la Libertadores de 1990, dado que el campeonato colombiano de 1989 fue cancelado en su recta final por circunstancias suficientemente conocidas.
Más allá de ser el único club colombiano en esa edición de la Copa, lo que vivió Atlético Nacional en ese año fue una auténtica persecución. Después de eliminar a Cerro Porteño en octavos de final y a Vasco Da Gama en cuartos (ambos en franca lid), el árbitro uruguayo Juan Daniel Cardellino denunció supuestas amenazas en su hotel para favorecer al verde en el juego de vuelta frente a los brasileros, jugado en el Atanasio Girardot. Esa noche Nacional ganó 2-0 con goles de Níver Arboleda y Rubén Darío Hernández, luego de traerse un cero a cero del Maracaná en tiempos en que, para Colombia, la Libertadores era exclusividad de Jorge Barón TV.
La Conmebol dio crédito a las denuncias de Cardellino (digo, los antecedentes inmediatos y la situación misma del país no daba para obtener, al menos, "el beneficio de la duda"), y al Atlético Nacional se le confinó a jugar sus partidos como local en el estadio Santa Laura, al norte de Santiago de Chile.
El viacrusis del Verde Errante comenzó acatando la orden de la Conmebol: repetir el juego ante Vasco en su nueva sede. Allí otra vez se levantó Níver Arboleda y firmó el 1-0 que acalló absolutamente todo.
Y se venía Olimpia. Revancha de la final del año anterior. El juego de ida se celebró en Chile. Allí Nacional arrancó jugando su fútbol (debo decir que el Atlético Nacional Versión Libertadores 1990 ha sido el equipo colombiano que mejor fútbol vi jugar en un torneo internacional) y se puso en ventaja otra vez con Arboleda. Olimpia se vino encima, llenó de pelotazos el área de René Higuita, y se llevó un 1-2 para Asunción que hacía presagiar un fácil desenlace en favor de los guaraníes una semana después.
Lo sé. Tal vez el preludio estuvo un poco largo. Mil disculpas, pero vi la necesidad de contextualizar. Hablo de "remontada" refiriéndome al juego en Asunción, que más allá de que se perdió en los penales, la demostración de fútbol que dio Nacional esa noche fue impresionante. Olimpia se fue arriba muy temprano con "El Coco" Mendoza. Pintaba para desgracia. La serie ya estaba 3-1 en favor de los paraguayos y además estaban resolviendo de locales. Entonces algo pasó. Tal vez se pusieron el traje de campeón vigente, quizás les sonó esa estrofa del Himno Nacional que habla de "Soldados sin coraza", o simplemente fueron con todo lo que tenían contra la chapa de "parias" que les había impuesto la Conmebol. El caso es que los García, Fajardo, Escobar, Hernández, Higuita, Álvarez y demás, agarraron la pelota y silenciaron Defensores del Chaco. A cuatro minutos del final el verde ganaba 1-3, y en tiempos en que el maturanesco toque lateral de balón tenía en estos tipos a sus mejores intérpretes, Nacional le escondió la pelota a Olimpia y todo parecía terminado... El despertador sonó violentamente terminando con el sueño: "Chonto" Herrera regaló un balón saliendo, centro al area, cabezazo de Amarilla y a los penales. Solo recuerdo que Éver Hugo Almeida le detuvo el último penal a un tal "Pipe" Pérez (creo que cayó asesinado años después) y ahí terminó todo. Gran remontada, insisto: así se haya perdido en los penales, porque no fue solo contra el rival de turno ni contra un resultado adverso. (Corriendo el enorme riesgo de sonar como los mamertos que siempre me asquearon) Fue una remontada contra un continente que perseguía a un país... ¿los penales?... esos son circunstanciales, tienen un alto componente de suerte, todos lo sabemos.
Me voy para 1995. Uno de esos fallidos experimentos de la CSF llamado Copa Conmebol tuvo su desenlace más infartante ese año. A la final llegaron Atlético Mineiro de Brasil (eliminando al América de Cali en una triste semi-final en la que Anthony de Ávila y Alex Escobar ejecutaron penales lamentables en la definición) con Claudio Taffarel a la cabeza, y Rosario Central de Argentina.
La ida en Belo Horizonte fue un cómodo, relajado y tranquilo 4-0 para el club de Minas Gerais. Los brasileros llegaron una semana después al Gigante De Arroyito con la idea de hacer rodar la pelota, dejar pasar los minutos, y buscar algún gol que les terminara de dar la tranquilidad. Lo que vino después, en la antesala ni siquiera se atrevió a pintarlo o a dibujarlo Fontanarrosa, no se le ocurrió componerlo y cantarlo a Fito Páez, ni pensó en ir a lucharlo en el área Mario Kempes (tres de los hinchas más representativos de Central): Rosario Central, ¡EL CANALLA!, el sexto grande de Argentina, el de la hinchada más numerosa después de las de Boca y Ríver, igualó el 4-0 en los 90 minutos y en los penales se alzó con la Copa.
Se habían dicho entre ellos que yéndose 2-0 al descanso incrementaría sus chances de llevarse la Copa. Y así fue. Los dirigidos por Don Ángel Tulio Zof lograron irse arriba con goles de "Polillita" Da Silva y Carbonari, y así bajaron al vestuario. En el entretiempo Don Ángel les dijo "Solo miren el arco de Taffarel. Con un gol de ellos se termina todo, con un gol nuestro empieza". No pasó mucho después de que comenzara el segundo tiempo y Martín Cardetti marcó el tercero. Central se fue con todo, a llevarse puesto lo que encontrara antes de llegar a Taffarel. Mineiro se guardó bien y aguantó. Un tiro libre que Carbonari logró colar entre la barrera a un minuto del final movió los cimientos del Gigante. Central estaba 4-0 arriba, había igualado la serie, se venían los penales, y ahora todo estaba en manos de un tal "Tito" Bonano. Doriva la tiró lejos, Leandro la puso contra el palo izquierdo de Bonano, y Central ganó 4-2 en la definición desde los 12 pasos para poner en sus vitrinas el único trofeo internacional que ha ganado hasta aquí.
Una línea aparte para decir que es una pena ver a Central hoy en la B.
Y la última gran remontada que recuerdo no fue en una serie de ida y vuelta. Partido único, final de UEFA Championsleague 2005 en Estambul. Los protagonistas, Líverpool de Inglaterra y Milán de Italia. Al minuto de juego Milán estaba 1-0 arriba con gol de Maldini. La pelota era de Seedorff, Kakà y Pirlo: no se la prestaban a nadie. Bueno, se la dieron a Crespo y puso dos más para irse 3-0 al entretiempo. Parecía que el Milán se llevaba su séptima orejona sin problemas, parecía que le pasaba de largo al Líverpool del obsesivo Rafa Benítez... Lo que vino después debe estar en algún lugar de la discografía de The Beatles (por más que Lennon haya sido hincha del Éverton). Gol de Gerrard antes de los 10 minutos del segundo tiempo, gol de Smicer desde fuera del área a los 56' y penal (con atajada y rebote incluidos) de Xabi Alonso para ir a la prórroga.
Allí Dudek (me costó creer que "Neco" Martínez le hicera un gol de arco a arco) ya estaba intratable. Tres mano a mano, uno a Crespo y dos Shevchenko, solventados con la sobriedad del que sabe que por allá no tiene por qué arrimarse nadie, le ensancharon el lomo lo suficiente como para echarse encima la responsabilidad de los penales. Allí bailó de manera incitadora e intimidante para que Serginho mandara su cobro arriba. Agarró los cobros de Pirlo y Shevchenko, y el Líverpool más español de la historia levantó su quinta Copa de Europa.
Dignos de mencionar: el 1-3 que Nigeria convirtió en 4-3 frente al Brasil de Ronaldo y Bebeto en las Olimpiadas de 1996. La Champions que ganó el Manchester United en el último minuto y medio de juego, al convertir dos goles en ese lapso y darle la vuelta al 0-1 que ostentaba hasta allí el Bayern München en esa final de Barcelona '99. La hazaña de la Selección colombia sub'17 que en el Mundial de Nigeria el año pasado caía frente a Argentina en octavos de final 0-2, y terminó ganando 3-2 y clasificando... ¿aplica el 4-4 de Colombia frente a la Unión Soviética en 1962 luego de ir 1-4 abajo?... como siempre, ustedes tienen la última palabra...
¡MIL GRACIAS!
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